Columnista invitada: Pamela Antonioli De Rutté, Gerente en Hub de Innovación Minera del Perú. Biotecnóloga con experiencia en formulación y desarrollo de proyectos de I+D+i y en gestión pública y privada relacionada a innovación.
El próximo mes el Hub de Innovación Minera del Perú cumple 2 años. Cuando me incorporé a esta iniciativa, en marzo de 2020, empezamos a armar un plan del que aún queda poco considerando que ni nosotros, ni el resto del mundo, imaginó lo que vendría con una pandemia como la que viene siendo parte de nuestras vidas.
Una pregunta que me hago hoy es “¿cómo un programa de innovación basado en la colaboración, es decir, en la interacción, conexión y participación activa puede funcionar sin la conexión cercana?”. Digo que me hago esa pregunta hoy porque debo confesar que en un inicio el contexto se manejaba como una situación temporal. De hecho, es posible que de conocer la permanencia de la pandemia podría haber peligrado el proyecto. Me alegra saber que el proyecto ha crecido, pero no por ello ha dejado de ser retador y de tener espacios que aún suponen un desafío.
Entre las ventajas puedo mencionar la anulación de la limitación geográfica y una mayor facilidad de conectarse versus transportarse. Así, el Hub puede tener actividades que reúnan a profesionales del sector ubicados en las distantes operaciones mineras. Además de las obvias facilidades logísticas (sin costos de espacios físicos ni servicios asociados).
Entre las desventajas están la sobre estimulación y sobre carga generalizada de eventos/actividades que saturan a las personas, así como la “presencia” que en realidad no se traduce en participación: personas conectadas virtualmente pero no mentalmente. Esta es una lucha constante que nos ha llevado a afinar las comunicaciones en detalle, desde los mensajes hasta el análisis del público objetivo. Lo masivo no funciona, lo ideal es generar espacios útiles y participativos, ambientes de compartir en confianza, en los que la información se discuta y se construya, en lugar de ser webinars unidireccionales en la entrega de información. No es fácil, seguimos activamente promoviendo la participación.
Este crecimiento, mesurado pero firme, en un contexto donde prima la incertidumbre, nos deja algunas reflexiones que se suman a dos elementos que construyen una cultura resiliente (aplicable también a la vida personal):
- El permanente entendimiento de que existen los momentos difíciles, de que son parte de la vida. No se puede ser resiliente si uno interpreta como personal los momentos difíciles. ¿quién no ha pasado por uno de ellos? Ejemplos como la pérdida de un ser querido, problemas económicos, fracasos sentimentales, enfermedades en nuestro entorno, entre otros. Lamentablemente flaco favor hacen las redes sociales en ese sentido. El uso que las personas hacen de ellas tienden a pintar el mundo perfecto. La foto retocada, perdón, 3 fotos por lo menos de la situación, todas perfectas, solo sonrisas, el plato de comida, los amigos presentes, etc. Algún amigo en algún momento me comentó que si los Simpsons tuvieran Facebook serían la Familia Ingalls (esto fue antes de la existencia del Instagram). No estoy diciendo que las personas deban ventilar sus problemas públicamente en redes. Lejos estoy de entender las reflexiones o frases filosóficas/enigmáticas que más parecen un mensaje de SOS, pero definitivamente creo que las personas han puesto por delante las comunicaciones que quieren hacer sobre las que generan valor al resto.
- Un buen enfoque: la mentalidad rumiante versus el enfoque en el cambio. Biológicamente es importante detectar lo malo, identificarlo rápidamente para evadirlo, pero estamos hablando de reacciones primarias frente a una amenaza de situaciones de vida o muerte. Hoy, si respondemos a todas las alertas con reacciones de vida o muerte tenemos como resultado a una persona paralizada para tomar decisiones que requieren análisis y criterio. El cambio como parte de la vida es un tema que puede atentar contra preconceptos, estabilidad, seguridad. Hay una frase interesante en este punto: “No pierdas lo que tienes por observar lo que has perdido”. Quedarte estancado sufriendo por lo que no es resulta la principal limitante para embarcarse a nuevas cosas.
Hoy día estamos preparando nuestro primer evento presencial y ¡vaya si nos habíamos olvidado de todo lo que la coordinación implica! La demostración en vivo de una tecnología nos ha puesto el desafío de algo que antes hubiera sido pan de cada día. Nos toca ver cómo resulta una actividad de este tipo y, con un enfoque positivo, adaptarnos al futuro que incluye una pandemia, para rescatar todos los aprendizajes que sumen en este proceso de transición.
La consigna de la innovación de ir avanzando con paradas para una rápida revisión y ajuste es clave. Más aún en los tiempos inciertos y cuando abordamos desafíos complejos. Pasa en el mundo del emprendimiento, pasa en la vida real.