Columnista invitada: Pamela Antonioli De Rutté, Gerente en Hub de Innovación Minera del Perú. Biotecnóloga con experiencia en formulación y desarrollo de proyectos de I+D+i y en gestión pública y privada relacionada a innovación.
“La revolución científica no ha sido una revolución del conocimiento; ha sido, sobre todo una revolución de la ignorancia”. Esta es una reflexión del libro Sapiens –de animales a dioses – de Yuval Noah Harari, en el que nos conduce a través de la historia y los factores clave que han llevado al ser humano a donde está. Así, los grandes avances que ocurrieron tras la edad media están relacionados a que la humanidad empezó a aceptar su ignorancia.
En pocos siglos la humanidad y la ciencia han avanzado a pasos agigantados y, hoy en día, con la cantidad de información que no solo se genera, sino que se encuentra fácilmente disponible, vale la pena mirarnos al espejo y preguntarnos si mantenemos esa actitud de aceptación o creemos que, por leer innumerables títulos/titulares en las redes sociales, conocemos la verdad o hasta somos dueños de la misma.
Hace no mucho escuché una frase muy cierta: “la innovación está detrás de una buena pregunta, no de respuestas que ya conocemos”. ¿Qué pasaría entonces si dejamos de cuestionarnos? ¿Cómo seremos capaces de generar valor si no hacemos las preguntas que nos permitan entender la situación? ¿estamos perdiendo incluso la capacidad de hacer “doble click” ante información sin fuente fiable?
Nos encontramos en un momento en el que hay una alta polarización, en el que los problemas son globales y complejos. Necesitamos re adoptar como humanidad esa actitud de humilde apertura no solo para aceptar que no lo sabemos todo sino para entender puntos de vista distintos. Atrás de la formulación de una buena pregunta encontramos una buena reflexión y por delante podríamos encontrar no solo una respuesta sino mayores interrogantes con las cuales construir entendimiento. Aceptar nuestra ignorancia podría evitarnos el viaje de retorno a la edad media.