El Perú ha avanzado en el camino a la reutilización y revalorización de residuos en el marco legal. Le resta optimizar el control del cumplimiento de las normas y la integración de soluciones tecnológicas que contribuyan a optimizar la trazabilidad.
Con la pandemia, no solo se aceleró la transformación digital de los negocios, sino que entró una mayor consciencia sobre la necesidad de cumplir con los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) y dar un mejor tratamiento a los desechos con miras a su reutilización. La tecnología es una aliada importante en esa carrera, nos explica Juan Carlos Seitz, gerente general de Resiter Perú -empresa parte del Ecosistema Digital de Negocios de eBIZ y Suscriptora Premium de B2M– especializada en la gestión de residuos, incluyendo minimización, transformación, reciclaje, valorización y comercialización. En la siguiente entrevista nos explican su visión del mercado y los desafíos por superar.
Su modelo de negocio se basa en la economía circular, una forma de producir garantizando la sustentabilidad del planeta al permitir la reutilización de recursos y garantizar que los residuos sigan generando valor a través del tiempo. Operan en cinco países de la región y valorizan más de 800 mil toneladas de recursos residuales sólidos.
¿Cuál es el nivel de madurez en adopción de economía circular que presenta el mercado nacional y regional? ¿Vamos avanzando?
Si entendemos la economía circular como el ciclo que involucra desde el diseño de un producto hasta su revalorización y el cierre del círculo con la 2da o 3ra vida de cada producto, yo creo que Perú y la región han avanzado mucho. En Perú existe una normativa vigente en el corto plazo que demuestra bastantes progresos. Pero el camino es muy largo. Ahora toca ver qué esa legislación se cumpla. Esa es la parte que falta. No solo hay que inventar las leyes, sino que hay que revisar que está leyes se estén cumpliendo y dar los incentivos adecuados: premiar la revalorización del desecho. Al menos se ve avance en las políticas que impulsan la economía circular, y eso es bueno.
¿Ya dimos entonces el primer paso y nos toca dar el segundo?
Toca la ejecución y eso implica tener las instancias o logística para verificar qué realmente se cumpla lo legislado. La ley se basa en normativas idóneas que se han ido dando a lo largo del mundo, generalmente en Europa. Ahora lo importante es ver cómo revisar que esto se cumpla. Ahí tenemos el gran desafío.
¿Estas nuevas exigencias legales han generado mayor demanda y oferta de proveedores en todos los sectores?
Los proveedores se van generando según la necesidad del cliente. Por ejemplo, ahora hay una gran cantidad de plantas para reciclar que funcionan con diferentes tecnologías. Hoy ya se ven máquinas diseñadas y construidas en el Perú que se ocupan de moler desechos en la fabricación de alimentos, o trazar los productos, separando el plástico de los alimentos y estos clasificarlos según su valor nutricional.
¿Ustedes han evolucionado también con todas estas nuevas exigencias?
Llevamos ya más de 12 años en el Perú y 40 en Latinoamérica, incluyendo cinco países. En este periodo hemos pasado de ser una empresa asociada al transporte de residuos a ser una empresa que buscamos, a través de la economía circular, darle una ventaja competitiva a nuestros clientes y socios. No somos solo un consultor de economía circular, sino un ejecutor que pude generar una mayor cantidad de reutilización de sus productos.
¿Están en todos los sectores?
Tenemos 14 sucursales del norte al sur del Perú y cubrimos distintos sectores. Estamos operando en más de 20 unidades mineras que conforman casi la mitad del portafolio, pero también tenemos fuerte presencia en la industria alimentaria y agropecuaria. En general, tenemos como grupo conocimientos de diversidad de sectores, a los cuales atendemos desde otras partes de la región. Acá tenemos a Molitalia que logró generar cero residuos. Y Nestlé y Laive también quieren llegar a esa meta.
¿Cómo fue la pandemia para ustedes? ¿Generó nuevos desafíos de innovación?
La pandemia fue un terreno nuevo. Un punto de inflexión. En vez de quedarnos estáticos derramando lágrimas ante un escenario tan complejo nos enfocamos en ver dónde estaban parados nuestros clientes para apoyarlos en el proceso de reinvención. Quien sobrevivió tuvo un gran aprendizaje: las necesidades de los clientes cambiaron. Lo que uno vio ayer es diferente a lo que ve hoy. Eso demanda usar nuevas tecnologías. En la parte digital hay un gran trabajo que se está haciendo y queda mucho para avanzar sobre la trazabilidad de los productos desde que salen de su planta hasta que se le dio una segunda vida. El gran desafío es la trazabilidad.
¿Seguimiento con sensores interconectados?
Más que sensores físicos, nos referimos al uso de Inteligencia Artificial (IA) que va identificando ciertos patrones o marcas de los envases, formas de los productos y con eso va identificando a qué recursos pertenecen y como reciclarlo o revalorarlo. Sigo al fideo desde que sale en el camión, por ejemplo. A eso le sumo el uso de máquinas diferenciadoras que clasifican y procesan. Y su información debe ser mezclada con la del recorrido.
¿Han visto necesario subcontratar startups para que los ayuden en estos procesos?
Sí, claro. Depende de lo que vemos. Tenemos varias empresas crecientes con tecnología diferenciadora, tanto locales como internacionales. Ofrecen, por ejemplo, hacer minería de datos para tener datos sobre las métricas de lo que se destruye y lo que se recicla.
¿Esas métricas los ayudan a calibrar si el cliente se acerca a los ODS (Objetivos de desarrollo sostenible)?
Sí. Con ustedes tenemos ese trabajo de compartir información con varios proveedores que tenemos. La clave acá es cómo ponemos la información que vamos generando para optimizar la gestión de residuos. Los ODS son el gran desafío de la industria y justamente generan valor para el cliente todas esas métricas.
¿Cuáles son los objetivos que ustedes se han propuesto?
Nosotros hemos migrado de ser transporte de residuos a una empresa de economía circular. Nosotros tenemos que seguir apoyando al cliente en esa visión de circularidad de negocios apoyándolos en cada uno de sus procesos para llegar a ser cero residuos. Parecía inalcanzable, pero se ha logrado con varios clientes. Justamente nuestro gran desafío es cómo llegar a todas las grandes industrias, en especial aquellas que son muy complejas, como la minería, que tienen transportes alejados de la urbe y con condiciones climáticas extremas. Eso les permitirá ser más rentables, además.
¿Cómo se generan esos casos de negocios rentabilizados?
El proceso de pasar a cero residuos se sustenta en muchos procesos y lo difícil a veces es replantear cómo ve el negocio y no tanto el costo. En términos de rentabilidad, el ahorro es tan simple como poder disponer de mi residuo y darle un valor. Uno llega a ganar dinero con esos residuos. No solo se paga el costo del proceso, sino que incluso llega a tener retribuciones de ese residuo y ganar dinero. En muchos casos se pasa de no generar residuos a rentabilizarlos.
¿Es difícil convencer a las empresas de hacer estos cambios en sus procesos de desecho?
Cómo todo en la vida, depende de cada empresa: a unas les cuesta, a otras se les hace más fácil. Algunos están dispuestos a replantearse la manera de hacer las cosas. Esto tiene que ver no solo con la gestión de los residuos, sino con la cultura corporativa. Aquel que, en su proceso de Transformación digital, han decidido reinventarse y se han replanteado todos sus procesos no tiene problema en replantearse qué hacer con sus residuos. Con esa empresa la conversación es mucho más fluida. Esas son las que han sobrevivido la pandemia: las que entendieron que no podían seguir funcionando igual. La gran industria ya tiene un área de medio ambiente o sustentabilidad o manejo de residuos. Es una responsabilidad que compartimos con ellos. Nosotros les mostraremos que la economía circular es posible. Los apoyamos en ese camino.