Columnista invitado: Hans Rothgiesser*
Hugo Gernsback se presentaba a sí mismo como inventor, pero fue mejor conocido por otro gran aporte que hizo a la cultura. Nació en Luxemburgo en 1884 y emigró a Estados Unidos en 1904. En 1925 hizo lo impensable y logró fundar una estación de radio, ni más ni menos que en Nueva York. Transmitía desde el piso 18 del Hotel Roosevelt, en el medio de la vibrante Manhattan. Pero no, no es en realidad recordado por eso.
En 1928 se considera que esta estación de radio emitió históricamente algunas de las primeras transmisiones de televisión. Durante un programa, paraban la emisión de audio para que los artistas se volteen a una cámara y saluden. Cuando el audio se reanudaba, seguían con su programa de radio. En ese entonces, esto fue considerado bastante novedoso y hasta arriesgado. Pero no, no es por que eso que Gernsback es recordado tampoco.
Antes de todo esto estuvo involucrado en la importación de artefactos eléctricos de Europa a los Estados Unidos. Para acceder a mayores audiencias se preocupó de popularizar los artefactos que no necesitaban cables para recibir señales. Para esto fundó en 1908 la revista Modern electrics, la primera revista del mundo que hablaba de artefactos electrónicos y de radio, llamados “Wireless” en ese entonces. Era más bien una especie de catálogo con artículos, crónicas, etc. Muy novedosa para su época. Pero no, tampoco es recordado por eso.
Con su auspicio se fundó la Wireless Association of America, que promovió el uso de la tecnología de la transmisión radial por años. En 1913 inició otra revista, The electrical experimenter, que luego se llamó Science and invention en 1920. En esas revistas Gernsback comenzó a incluir no solamente artículos científicos, sino también cuentos de ficción con componentes científicos. Y por ser uno de los primeros en hacer esto último es que sí se le recuerda.
Al fundar su revista Amazing Stories en 1926 creó la primera revista dedicada a lo que hoy conocemos como ciencia ficción. Sin esta revista, muchos nombres que hoy son reconocidos como padres de este género nunca habrían sido descubiertos. No solo eso, sino que además también creó la Liga de la Ciencia Ficción para agrupar a fanáticos lectores de la ciencia ficción, lo que a su vez permitió que los fans se comenzaran a organizar para hacer festivales y otras iniciativas. A Gernsback se le atribuye ser el primero en hablar de “ciencia ficción” con ese término (en inglés: science fiction).
Entre los autores publicados por Amazing Stories se encuentran Isaac Asimov, Ursula K. Le Guin, Roger Zelazny, Ray Bradbury, Robert Heinlein, Richard Matheson y Arthur C. Clarke. Es más, hay muchos arquetipos de la ciencia ficción moderna que salieron de material publicado en Amazing Stories. Por ejemplo, la creencia de que extraterrestres vienen al planeta Tierra a secuestrar seres humanos para analizarlos, algo que en la vida real mucha gente aún cree, incluso en el Perú.
No obstante, según muchos autores de la época, Amazing Stories fue incluyente por meramente existir. Le mostró a una audiencia hambrienta de algo nuevo que existía este género que mezclaba nuevas innovaciones científicas y tecnológicas con narrativa distinta, que ponía al ser humano en su sitio. Por momentos, insignificante y en urgente necesidad de humildad. A veces, por encima de todo, solucionando los problemas más complejos usando su intelecto. Sin embargo, también le demostró a muchos que Gernsback tenía razón cuando decía que se podía promover ciencia y hacer dinero en el camino. Aunque, por más visionario que fuese, siempre fue criticado por su pésima habilidad para administrar sus empresas.
*Economista de la Universidad del Pacífico con maestría en periodismo por la Universidad de Gales (Reino Unido). Actualmente miembro del Consejo Consultivo del Grupo Stakeholders.