En poco menos de un año nuestro proceso electoral concluirá y habremos elegido a nuestro próximo presidente o presidenta; En poco menos de un año, el mundo digital se hará más presente que nunca, sobre todo en este mundo postpandemia.
Dejemos de lado las discusiones sobre la incidencia de redes sociales en tiempo electoral (basta mencionar que en Rumania se anularon unas elecciones por su mal uso) y obviemos lo peligroso y antidemocrático del voto electrónico por fallar en garantizar el secreto del voto (hacerlo técnicamente “difícil de conocer” no es lo mismo que hacerlo secreto). Hoy corresponde plantear, aportando mis varios lustros de experiencia en materia digital, la necesidad de construir secciones digitales en los planes de gobierno de quienes sea que se presenten a estas elecciones, considerando todo aquello que tenemos aún pendiente por hacer.
35 años han pasado desde que la Red Científica Peruana enviara el primer email en diciembre 1991. Tres largas décadas en las que la posición gubernamental ha estado más enfocada en el uso de la tecnología que en investigación e innovación para crear plataformas. Un problema no sólo peruano, sino de casi todo el Sur Global: creamos contenidos y usamos tecnologías, pero vamos retrasados en crear tecnologías.
Necesitamos ordenar la dispersión y creatividad regulatoria de los pasados 20 años. (…) Debemos empezar a regular pensando en la tecnología como motor del desarrollo.
¿Por qué? Crear tecnología requiere inversión y, en nuestro caso, a nivel público y privado, resulta sólo una minúscula parte del PBI. Desde el sistema financiero, son casi inexistentes los préstamos en base a propiedad intelectual (intangibles) como mecanismo para fomentar la investigación y apoyar la creatividad.
Además de investigación necesitamos conectividad. Se desplegó la dorsal de fibra óptica con una visión del 2008, estando en el 2025, sin actualizar el para qué ni el cómo desplegarla. Esto impide que aprovechemos su potencial real, y que la utilicemos para la red de Internet 2, que nos ayudaría a formar parte de los espacios de creación de ciencia.
Nuestro gobierno tampoco participa activamente en muchos de los espacios de dialogo internacionales en temas digitales, lo que afecta no sólo nuestra presencia sino la construcción de liderazgos y planteamientos de nuestra visión sobre lo digital desde nuestra realidad.
Crear tecnología requiere inversión y, en nuestro caso, a nivel público y privado, resulta sólo una minúscula parte del PBI. Desde el sistema financiero, son casi inexistentes los préstamos en base a propiedad intelectual (intangibles) como mecanismo para fomentar la investigación y apoyar la creatividad.
Añadamos al panorama la inexistencia de una Agenda Digital y menos de una Agencia de Sociedad de la Información en consonancia con la Política 35 del Acuerdo Nacional, ese espacio multiestamentario que trasciende lo gubernamental y articula visiones y esfuerzos. Por eso acabamos usando lo que otros producen (plataformas, software, tecnologías) pero somos incapaces de plantear acciones gubernamentales coordinadas, consistentes y basadas en el desarrollo de políticas digitales neutras, abiertas, para todos y, sobre todo, libres.
La regulación también es relevante, pero no aporta cuando se crea sin norte ni claridad sobre el quehacer en temas digitales. Somos de los países con más regulaciones digitales -algunas hasta contradictorias- y creadas sin una visión integrada del país. Necesitamos ordenar la dispersión y creatividad regulatoria de los pasados 20 años. Informática forense, ciberseguridad, beneficios tributarios para la industria digital, fomento de exploración y explotación de tierras raras, fomento de inversión en data centers, fomento de I+D+i, automatización, robótica aplicada, debemos empezar a regular pensando en la tecnología como motor del desarrollo.
Hay tanto por hacer, que hay que llamar a hacerlo. El gobierno actual tiene la oportunidad de ir avanzando en estas tareas pendientes y de dejar las bases preparadas para quienes vengan a seguir construyendo, a hombros de gigantes, el Perú Digital con el que soñamos.