Columnista invitado: Hans Rothgiesser*
A la ametralladora Thompson se le conoce por otros varios nombres: la “chicago piano”, la “máquina de escribir”, el “arma que cambió a Estados Unidos” y -su nombre más popular- la “tommy gun”. Según un artículo de la revista Collier, fue el invento de su generación que más aportó al negocio criminal, una “máquina diabólica de la muerte” y el instrumento más poderoso de destrucción que nunca había sido puesto en manos de elementos criminales. No es de extrañar que el principal cliente de este producto fuese, pues, la mafia de los Estados Unidos.
La tommy gun fue creación del general John T. Thompson, reconocido experto en armas del ejército, que se retiró en 1914 y pasó a trabajar como ingeniero consultor para la Corporación Remington Arms. Hasta 1915 dedicó todo su tiempo disponible en investigar el funcionamiento de las armas automáticas. En 1917 regresó al ejército para servir en la Primera Guerra Mundial, dejando su proyecto de desarrollar un nuevo modelo de rifle automático en manos de Theodore H. Eickhoff, un ingeniero que concluiría en que el modelo que Thompson había estado desarrollando tenía un error fatal de diseño.
En la guerra Thompson tuvo la idea para otro modelo de arma. En 1917 comenzó el trabajo de diseñarla. No obstante, en 1918 se firmó el armisticio que daba por finalizada la Primera Guerra Mundial. Esto representó un duro golpe para el modelo de negocio de Thompson, que tenía planeado vender su ametralladora para las trincheras norteamericanas. Ahora que no había guerra, el plan debía alterarse. El cliente potencial ya no sería el ejército norteamericano, sino el público en general. En 1921 la Ametralladora Thompson por fin se comenzó a producir.
Como ya habían previsto, tuvieron problemas para colocarla en las fuerzas armadas. Pocos ejemplares fueron vendidos al ejército, por lo que Thompson enfocó su estrategia comercial y publicitó la tommy gun como “el arma para la casa”, el arma para ser usada por los ciudadanos comunes y como el arma “anti-bandidos”. Ninguna de estas campañas tuvo éxito, aunque los departamentos de policía la comienzan a comprar más y más.
Sin embargo, la encarnación más popular de la tommy gun se daría a partir de 1925, cuando ésta se vería públicamente en las manos de miembros del crimen organizado y de gangsters, principalmente en Chicago. Los periódicos comenzarían a reportar que la tommy gun era el arma preferida en la guerra entre bandas. En los siguientes años el crimen organizado iría valorando cada vez más su funcionalidad y su utilidad. La tommy gun sería cada vez más asociado a los criminales.
En 1929 habría un punto de quiebre en la historia de esta arma. Al Capone ejecutaría la infame masacre de San Valentín, en la que mataría a punta de tommy gun a seis miembros de una banda rival y a un optometrista inocente. La percepción pública ya no hablaría de gangsters que se estaban matando entre ellos, sino que ahora además mataban ciudadanos inocentes. Todo cambió ese día. Se inició la presión para mayor control de posesión de armas, por ejemplo. Como consecuencia de esto, para 1938 la demanda de la tommy gun se redujo considerablemente. No obstante, el negocio se disparó por el inicio de la Segunda Guerra Mundial. El ejército de los Estados Unidos pediría entonces fuertes cargamentos de esta arma.
Fue así como la invención del general Thompson cerró el círculo. Pensado originalmente para las trincheras, pasó por las manos de los gangsters para terminar en las de los soldados para los que fue propuesto. El mundo dio la vuelta completa.
*Economista de la Universidad del Pacífico con maestría en periodismo por la Universidad de Gales (Reino Unido). Actualmente miembro del Consejo Consultivo del Grupo Stakeholders.