Columnista invitado: Hans Rothgiesser*
Hoy en día el término “rockstar” es entendido por todos. No solo se refiere a un músico de rock que ha tenido éxito. Denota cualidades adicionales, como una actitud rebelde, soberbia, etc. Esta categoría, que puede sonar ofensiva para algunos, es en realidad atractivo para otros. Shep Gordon lo entendió bien cuando se dedicó a representar bandas de rock en 1968. Su primera experiencia fue promoviendo a Alice Cooper. Luego pasó a representar también a Blondie, George Clinton, Kenny Loggins, Pink Floyd, entre otros muchos nombres que hoy son conocidos. No obstante, nunca dejó de representar a Alice Cooper, incluso hasta hoy en día. Y lo hizo sin firmar jamás un contrato con él. Cuenta la leyenda que no fue otro más que Jimi Hendrix el que convenció a Gordon de dedicarse a promover músicos de rock, luego de un improbable encuentro en Los Ángeles.
Gordon innovó mucho en la promoción de bandas de rock. Por ejemplo, se cuenta que a él fue al que se le ocurrió que el músico en un acto de “rebeldía” y de “indisciplina al sistema” destruyera algo en el hotel en el que se hospedaba. Todo estaba orquestado y producido, por supuesto. Gordon entendía que buena parte del atractivo de la movida rockera estaba vinculada a un sentimiento adolescente de sublevación. ¿Cómo hacer que un rockero sobresalga por encima de todos los demás, entonces? Fácil: Lo haces ver más rebelde que los demás. ¿Qué mejor manera que destruyendo muebles y puertas en el hotel -una institución del establishment opresor, supuestamente-? Gordon evolucionó a tener un presupuesto para almohadas que Alice Cooper destruía en el escenario. Las plumas eran esparcidas a sus fans. Las almohadas eran supuestamente robadas del hotel.
Al poco tiempo eso no fue suficiente, porque otros rockeros comenzaron a copiar la fórmula. Fue así como eventualmente se evolucionó a ya no solamente destruir almohadas del hotel, sino destruir algo más que botara plumas, lo cual se había convertido en un símbolo de la rebeldía para algunos. ¿Qué mejor imagen, entonces, que destripar pollitos vivos en público? De los pollitos se pasó a los murciélagos, que Ozzy Osborne famosamente destripó también en público alguna vez.
Otro de los trucos publicitarios de Gordon fue “lanzar” informalmente a la presidencia una vez cada cuatro años a Alice Cooper. Su slogan en el 2016 era “puedo hacer nada tan bien como ellos hacen nada”. Sin siquiera preguntarle, anunció que su candidato a la vicepresidencia sería el actor Tom Hanks. Sin embargo, el público que funcionaba tan bien con Alice Cooper en sus inicios -adolescentes rebeldes- ya no hace click con el “abuelo del rock”. Gordon explica que antes la música que ibas a ver en vivo te definía. Por esa razón estos trucos funcionaban tan bien. Ése ya no es el caso hoy en día. Ahora, según él, la gente tiende a escuchar música por mero entretenimiento. Eso llama a una forma distinta de branding.
Fingir accidentes para salir en las noticias o lanzar a un rockstar al escenario desde un cañón de circo para demostrar valentía ya no funciona. Las historias que se cuentan hoy deben ser otras. Para encontrarlas es necesario, según Gordon, tener espacio para experimentar. Y experimentar implica necesariamente enfrentarte a la posibilidad de fallar, algo que no te brindan las super estrellas del pop de hoy. Alice Cooper se prestaba para intentar impactar al público con locuras como montar un acto de decapitación humana supuestamente espontáneo que no era realmente espontáneo. Las super estrellas del pop de ahora requieren que todo esté planeado, proyectado, previsto y calculado por los auspicios, compromisos y patrocinios. En este nuevo mundo, se ha perdido el espíritu rebelde que apelaba al adolescente rebelde.
*Economista de la Universidad del Pacífico con maestría en periodismo por la Universidad de Gales (Reino Unido). Actualmente miembro del Consejo Consultivo del Grupo Stakeholders.