Columnista invitada: Pamela Antonioli De Rutté*
Irónicamente, uno de los hechos en la vida que hacen que una persona repiense la vida misma es la muerte. A pesar de que la diversidad cultural le otorga distintos tratamientos, la muerte es tan inseparable de la vida que su ocurrencia termina inevitablemente dándole de alguna manera significado.
Las religiones católica, judía e islámica asocian a la muerte con un punto de recompensa o castigo para la inmortalidad del alma; para los hinduistas y budistas es una transición común hacia otra vida o “recipiente” evolutivo o involutivo hasta lo celestial; y, las culturas de ascendencia africana ven la muerte como un elemento más de la naturaleza, más acorde con aquellos que profesan el ateísmo. Diferentes visiones que marcan pauta también sobre el proceso y actividades relacionadas a la despedida de un ser querido. Si bien es cierto todas coinciden en resaltar la vida de quien nos deja, vale la pena reflexionar sobre si la vida moderna ha implicado un cambio en la forma en la que abordamos la muerte. Aquí dejo algunas reflexiones a modo de preguntas:
- ¿Una sociedad moderna con menos descendencia podría ver la muerte como el fin de una vida individual diferenciándose cada vez más de la visión pre-moderna de que implica a la muerte en un proceso de renovación generacional?
- ¿Una sociedad moderna con juventudes ampliadas que trata de ganarle la carrera a la muerte le añade una mayor carga negativa o, simplemente, la reduce a un tema sanitario?
- En una sociedad que camina hacia lo digital con despedidas que ya son virtuales, por redes sociales, y que pueden extenderse en el tiempo ¿estamos reduciendo las expresiones de duelo meramente a los trámites respectivos?
- En la biología, la muerte de la unidad básica – la célula – está dada ya sea por un agente que la destruye, por un proceso de apoptosis (suicidio celular) frente a la “conciencia” del organismo de la degeneración de la célula o por la división celular, ¿la sociedad futura aceptará la apoptosis de sus miembros?
- En una sociedad futura podríamos replicar al ser querido desde un punto de vista biológico (clonación) pero también, y probablemente viable en un futuro más cercano, a través de inteligencia artificial, generar compañía artificial producto del aprendizaje (machine learning) a partir del historial virtual de la persona que nos deja ¿Cómo modificaría esto nuestro concepto de la muerte misma?
Indistintamente de las respuestas que podamos tener para esas preguntas, lo que no debe ocurrir es que dejemos de hacernos estas preguntas y otras más. Como dice Octavio Paz 1, una civilización que niega la muerte, acaba por negar la vida.
1“Todos los Santos, Día de Muertos”
*Gerente en Hub de Innovación Minera del Perú. Biotecnóloga con experiencia en formulación y desarrollo de proyectos de I+D+i y en gestión pública y privada relacionada a innovación.