Centinelas del medioambiente

Existe una corriente innovadora que busca soluciones basadas en la naturaleza que ha estado tomando fuerza en estos últimos años.


Columnista invitado: Pamela Antoniolli


Todos los que hemos tenido o tenemos mascotas sabemos lo mucho que pueden comunicar con una mirada o comportamiento particular. Entre animales domésticos y humanos hemos desarrollado un vínculo cognitivo y emocional producto del proceso de domesticación que se inició con especies como el perro, la cabra, la oveja, el cerdo, el dromedario y el caballo, que tuvieron lugar desde aproximadamente 30,000 años.

Pero esta comunicación entre personas y seres vivos no se limita a los animales domésticos, ni a los roles que actualmente cumplen de manera regular en torno a nuestra especie. Entre estos, hay uno en especial: el de animal centinela. En 1997, Ralph Stahl Jr. definió “centinela” como cualquier organismo no humano que puede reaccionar a un contaminante ambiental antes de que el mismo impacte en el ser humano, y que responde en una forma particular basado en observaciones científicas sustentables.

La identificación de comportamientos anómalos en los seres vivos como resultado alteraciones medioambientales es materia de numerosos estudios. Se puede mencionar la mortalidad de animales de producción por presencia de toxinas en el grano (dioxinas, aflatoxinas) o la disminución de la población de osos polares y retrasos en la migración de ballenas grises debido al calentamiento global. No obstante,

Hay casos en los que el ser humano ha dispuesto mecanismos más allá de la mera observación para la identificación de situaciones de peligro, es decir, en su uso como bioindicadores: 

  • El canario minero, probablemente el ejemplo más clásico y antiguo pues, por ser un animal pequeño que tiene un metabolismo acelerado que requiere altas cantidades de oxígeno, es extremadamente sensible a la presencia de gases tóxicos. Así, los mineros ingresaban a la mina acompañados con un canario enjaulado cuyos movimientos entorpecidos daban alerta de una atmósfera enrarecida y de la necesidad de salir. No está de más comentar que esto dejó de ser una práctica aceptable hace mucho.
  • Un sistema de monitoreo de agua conformado por almejas[1], en el que se dispone un número de ésta en una planta de abastecimiento de agua de tal manera que sus caparazones conecten por medio de un mecanismo de pulsación a la toma de agua. Cuando el cierre abrupto del caparazón de un determinado porcentaje de almejas ocurra, debido a la presencia de sustancias tóxicas como metales pesados o fertilizantes agrícolas en el agua, las pulsaciones gatillarán el cierre del compartimento de alimentación de agua.
  • LiquenCity[2] es una plataforma que analiza la población de líquenes, simbiosis hongo-alga/cianobacterias vulnerables a contaminantes atmosféricos, para generar mapas de calidad del aire en Barcelona y Madrid.

Si bien es cierto este artículo explora al ser vivo como la unidad de interacción, la biología molecular brinda posibilidades infinitas para generar marcadores que sirvan de sensores biológicos. Después de todo, esos seres vivos están compuestos de moléculas funcionales. Si a eso se suma la tecnología de la información y la industria 4.0, se puede tomar la data, traducirla, procesarla y accionar sobre la misma en tiempo real.  La interacción entre los campos de la biología y la informática tiene aún mucho por explorar. Los centinelas del medioambiente es solo una parte de una corriente innovadora que busca soluciones basadas en la naturaleza.


[1] Chmist J, Szoszkiewicz K, Drożdżyński D. Behavioural Responses of Unio tumidus Freshwater Mussels to Pesticide Contamination. Arch Environ Contam Toxicol. 2019 Oct;77(3):432-442. doi: 10.1007/s00244-019-00649-2. Epub 2019 Jul 4. PMID: 31270566; PMCID: PMC6731202.

[2] https://liquencity.org/

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