R. L. Stine: Reconoció que los niños también se quieren asustar

Little girl using digital tablet in her bed at night

Columnista invitado: Hans Rothgiesser. Economista de la Universidad del Pacífico con maestría en periodismo por la Universidad de Gales (Reino Unido). Actualmente miembro del Consejo Consultivo del Grupo Stakeholders.


Cuando se habla de literatura de terror, se suele pensar en Stephen King, en H. P. Lovecraft o en Edgar Allan Poe. Pero pocos identificarán ese género con el autor de literatura infantil R. L. Stine, quien tiene el mérito de haber vendido a la fecha más de 400 millones de copias. Para que se hagan una idea, la serie completa de Harry Potter ha vendido poco más de 500 millones de copias. Es decir, Stine no es poca cosa. Y aún así, es bastante probable que nunca hayan oído hablar de él.

Stine es el autor de la serie de novelas infantiles Goosebumps, promocionada en castellano como Escalofríos. Él ya había escrito y editado material para la editorial Scholastic Press, la cual es conocida por su línea educativa para niños y jóvenes. Ahí Stine había comenzado a reconocer el inmenso potencial que había en escribir historias que den miedo a los niños. Después de todo, las razones por las cuales un adulto quiere ver una película de terror se aplican a los niños también. Por eso historietas clásicas como Cuentos de la cripta habían sido tan populares en su momento. Sin embargo, -y aquí el golpe de genialidad de Stine- los elementos que provoquen sustos en sus historias debían estar al nivel de lo que un niño puede tolerar. Si, como dice el autor de terror más leído del mundo Stephen King, se tiene que partir de algo que ya le da miedo al público para, sobre la base de eso escribir una historia de terror, había que partir de elementos que ya le dieran miedo a los niños de ese entonces.

No obstante, no se trataba tampoco de traumatizar a los niños. La obra de Stine está en un fino equilibrio entre ambas ideas y por eso es tan notable. Muy pocos otros autores lo han logrado. Su primera novela de terror infantil, Blind date, fue de 1986 y fue un éxito inesperado. La siguieron varios otros títulos: The babysitter, Beach house y Hit and run, entre otros. De hecho, hay crónicas de libreros que no sabían cómo manejar esta ola, porque claramente eran libros que se vendían muy bien, pero que estaban rompiendo con varios paradigmas que existían en el momento. Para empezar, que los niños quieren que los asusten.

En 1989 Stine ya estaba lo suficientemente posicionado como para colaborar con la cadena infantil de televisión Nickelodeon con una serie, Eureeka’s Castle. Ese año comenzó a publicar su serie de novelas Fear street. Recién en 1992 lanzaría en Parachute Press su ahora clásica serie Goosebumps. Ésta no solamente sería tremendamente exitosa por sí misma, sino que -entendiendo a la perfección cómo funciona la industria del entretenimiento-, se apresuró en respaldarla con una serie de televisión que se comenzó a emitir en 1995 que lleva el mismo nombre y juegos de computadora basados en la franquicia. Eventualmente incluso se haría películas, dos de las cuales tienen a Jack Black interpretándolo al autor R.L. Stine mismo. Luego lanzaría nuevas series, como Mostly ghostly, Rotten school y The haunting hour, entre otras muchas. Todas ellas muy exitosas y rentables.

Es difícil argumentar que Stine no sabe exactamente lo que hace. En la revista Forbes lo mencionaron alguna vez como uno de los talentos mejor pagados de la industria del entretenimiento. Durante los años noventa, el periódico USA Today lo nombró tres años seguidos como el escritor mejor pagado de los Estados Unidos. La revista People Weekly en el 2003 lo nombró la persona “más intrigante” del año. Tiene el premio Guinness por ser el autor infantil que más ejemplares ha vendido en toda la historia. Y no solo eso, sino que además de hacer mucho, mucho dinero con su fórmula, ha recibido también varios premios y reconocimientos por acercar a la lectura a muchos niños y jóvenes. Y todo lo consiguió descubriendo que los niños también quieren ser asustados.

Oh, más bien, ¿ya mencioné que Parachute Press, la editorial que se sacó la lotería al publicar Goosebumps, fue fundada por su esposa Jane? Ella es la verdadera emprendedora de esta historia.

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