Krazy George Henderson: Una ola en un estadio

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Columnista invitado: Hans Rothgiesser. Economista de la Universidad del Pacífico con maestría en periodismo por la Universidad de Gales (Reino Unido). Actualmente miembro del Consejo Consultivo del Grupo Stakeholders


Hoy en día vemos una ola en un partido y pensamos que es algo natural. Me refiero, por supuesto, al fenómeno en el cual los espectadores del partido se paran y gritan levantando las manos y se sientan en secuencia para dar la impresión de que una ola de mar está recorriendo al estadio. Se trata en realidad un fenómeno relativamente reciente.

De hecho, por mucho tiempo una ola que diera la vuelta completa al estadio era el Santo Grial de los encargados de animar a los fanáticos de los equipos. Se había logrado motivar a los espectadores de un equipo para que se paren y griten y levanten las manos y se sienten en sincronía, pero no podían lograr que la ola avance lo suficiente. Consideren esto: Recién en 1981 alguien tuvo la visión de una ola que daba la vuelta completa en un intento por generar una conexión de entusiasmo continuo.

El mérito se le atribuye a un animador profesional de nombre Krazy George Henderson para un equipo norteamericano. Y si bien tenía la visión de lo que quería alcanzar, tuvo que ir innovando en las maneras de conectarse con la gente y con la inmensa multitud de miles de espectadores para que funcione. Krazy George es comparado con un hiperactivo de energía positiva al estilo de Robin Williams, que traía un tambor para animar al público -que consideraba importante para atraer atención y mantener a la gente sincronizada-. Él comenta que se comportaba de la forma como todos los demás fans querrían comportarse, pero no se atrevían a hacerlo.

Ese 15 de octubre de 1981 decidió que si quería que la ola se mantenga, tenía que incluir a todos. Así que se paró frente a un segmento de la audiencia y llamó su atención con su tambor y les comenzó a contar su plan. Para Krazy George era importante que la gente supiera qué era lo que pretendía hacer. Él sabía que podría avanzar tres secciones del público, pero que no llegaría mucho más lejos, así que preparó a la audiencia. Les dijo que abucharan a los que no continuaran la ola. En el primer intento llegaron a una quinta sección. Cuando la ola no siguió, la primera sección le gritó “¡buuuuu!” y la señaló para dejarle en claro que la siguiente vez tenían que continuar la ola.

Krazy George tenía que intentarlo de nuevo. Preparó a todos, los motivó con su tambor e inició una ola nuevamente. La gente se paró, agitó los brazos y grito y se sentó nuevamente en secuencia. Esta vez la ola pasó la tercera sección, llegó a la quinta y siguió… hasta una decimo primera sección. Esto representaba casi un tercio de todo el estadio. Krazy George entonces no lo podía creer. Pero tampoco pudo creer lo que vino a continuación. Escuchó el “¡buuuuu!” más fuerte que había escuchado en su vida. Poco menos de un tercio del estadio estaba abucheando a la décimo primera sección por no seguir la ola.

La tercera vez fue un éxito. La ola se mantuvo por las primeras cinco secciones, continuó hasta la décimo primera y continuó hasta llegar al otro extremo del estadio, pero no se detuvo. Muy por el contrario, se volvió más fuerte y más fuerte. Todos querían participar de esta nueva experiencia nunca antes vista. Llegó a dar la vuelta completa. Krazy George no lo podía creer. Por primera vez en la historia una ola había dado la vuelta completa a un estadio y él la había iniciado. La ola dio la vuelta al estadio más de seis veces. No hay registro oficial de cuántas veces fue.

Rickey Henderson fue el jugador al que le tocaba batear. Miró para arriba y vio este fenómeno nunca antes visto. Él tampoco lo podía creer. Se demoró dos minutos en ponerse sus guantes para batear. No solo eso, el público ahora se sentía parte del partido de una manera mucho más fuerte. Una nueva forma de acercar a los fans con los jugadores y de apoyarlos

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