Educar en plena pandemia, con WhatsApp y la radio si hace falta, pero no vencerse ante las dificultades: ese es el lema de las Hermanas Guadalupanas de La Salle – Perú, quienes se encargan de la I.E. Fe y Alegría 77 “María de Guadalupe – La Salle”, ubicada en medio del desierto que rodea Pisco. La Hermana Karina Valencia nos cuenta su historia.
El 15 de agosto del 2007 Ica vivió, a las 18:40:57 de la tarde, un devastador terremoto que dejó más de 600 fallecidos y 75 mil familias afectadas. Casi cuatro minutos bastaron para cambiar la vida de miles de iqueños. La reconstrucción fue lenta y obligó a muchas familias de los distintos poblados que perdieron sus casas, a migrar a distritos menos afectados. Un grupo se fue a de distrito Tupac Amaru Inca, en la zona de Nuevo Amanecer.
Poco a poco, dicho distrito fue ocupado por familias que emigraban de las playas de Pisco con niños en edad escolar. No había servicios básicos, los hogares se montaban con esteras y en condiciones precarias, pero representaban una oportunidad para empezar de nuevo, desde cero. Pasados dos años, el alcalde, junto a un grupo de pobladores, solicitaron un colegio al Ministerio de Educación. Llegar a la escuela primaria más cercana implicaba caminar horas en medio del arenal y el calor, razón por la cual los pequeños no iban y retrasaban su educación.
El pedido llegó hasta Fe y Alegría del Perú, quienes tienen a cargo 77 colegios. Ellos consiguen fondos para montar las escuelas y acuden a otras instituciones para la gestión de los mismos si no se dan abasto. En esta oportunidad acudieron a las Hermanas Guadalupanas de La Salle en Perú, nos cuenta su directora general, la Hermana Karina Valencia.
Era febrero del 2009, pleno verano, cuando recibieron el encargo. Llegaron sin vacilar a Tupac Amaru Inca, nos comenta, y quedaron impresionadas. En el lugar donde les dijeron que estaba asignada la escuela solo había arena, sol, viento y más arena. Los pies se les hundían hasta los tobillos. Tenían que empezar desde cero.
La solución inmediata fue instalar módulos de calamina. Los padres de familia hicieron las bases de cemento sobre las cuales armarlos. Eran familias que habían perdido todo en el terremoto y estaban dispuestas a poner el esfuerzo que hiciera falta para que sus hijos se educaran. Las Hermanas se encargaron de hacer las gestiones, Fe y Alegría de conseguir las donaciones y el Minedu asignó la plana docente, aclara la Hermana Karina.
“Como decía el hermano Marco, donde hay colegio, hay progreso”, refiere. Con el tiempo las familias empezaron a mejorar sus condiciones de vida, se instalaron los servicios básicos, la municipalidad y el Ejercito asfaltaron las calles principales y diversas empresas donaron capital para ir mejorando las aulas. El último aporte fue del Banco Falabella, que montó un aula y un baño.
Diez años después la escuela tiene 700 estudiantes con dos aulas por salón, tanto en inicial como primaria y secundaria. Todavía quedan algunos salones sin material noble – el salón de sexto de primaria y siete aulas temáticas de secundaria siguen en módulos de calamina – y falta mejorar las canchas deportivas, lijar el cemento el piso, renovar los toldos que se están rompiendo, pero se ha avanzado bastante, remarca.
“La vocación pedagógica de la congregación se vive según la espiritualidad de La Salle, como seguidoras de Jesús, pero con esa peculiaridad femenina”
Un 2020 con nuevos desafíos
Este año, como sucedió en todas las esferas, la situación cambió drásticamente. Felizmente la población sí está en una zona con cobertura de Internet, aclara, y se puede acceder al servicio de educación a distancia. Pero la condición de muchas familias es humilde y no todos tienen presupuesto para contratar el servicio o comprar un smartphone, así que acceden desde la radio o la Televisión, completa.
“Al inicio no sabíamos para donde correr”, admite. El anuncio de cierre de las clases presenciales llegó de golpe y hubo que adaptarse a esta nueva realidad. Se optó por usar las herramientas disponibles. Los alumnos recibían las clases de “Aprendo en Casa”, pero además debían marcar su asistencia y hacer el seguimiento de los contenidos vía WhatsApp. También se apoyan de los productos de Google, como los exámenes o test en forma de encuestas, refiere.
Los profesores mandan audios o videos, además de enlaces con contenido relativo a la materia, y preguntan sobre cada lección, porque la evaluación es diaria. Los alumnos están conectados al teléfono deben responden los WhatsApp, refiere. Cuando se detecta que no hay un niño conectado se le llama por teléfono y se insiste hasta contactarlo. Cuando alguien tiene un problema se ve la manera de ayudarlo, relata.
El reto de la pandemia ha sido duro para los pobladores, dice, porque vieron afectados sus ingresos y su salud, incluyendo algunas pérdidas humanas. Hay quienes no tenían para pagar el teléfono y se ha visto la manera de que accedan a la señal de Internet. “Uno hasta tiene que hacer de todo por los niños, hasta insistir con las mascarillas si los ves andando en la calle”, confiesa sin desaliento.
Felizmente, añade, la mayoría está asistiendo a las clases y no han tenido deserción escolar, salvo un par de casos aislados en secundaria. El apoyo y seguimiento es constante, tanto a los padres como a los niños, para ver la manera de que se garantice el cuidado de sus derechos y su acceso a la educación, complementa.
Periodo de aniversario
Las Hermanas Guadalupanas de La Salle están de 75 aniversario el próximo año y han iniciado las celebraciones en setiembre, con un año jubilar de preparación. En el Perú la labor empezó en el 2002, pero la Congregación fue fundada el 8 de septiembre de 1946, en México, por el hermano Juan Fromental Cayroche.
Como todavía se mantienen las medidas de control de la pandemia, la misa de celebración oficial se realizó hoy lunes 12 en la capilla que tienen en su sede en Lima y fue trasmitida vía Facebook para que la puedan presenciar quienes están en Pisco y las hermanas de los otros países que las deseen acompañar. Actualmente la labor está en Colombia, Ecuador, Brasil, Bolivia, Estados Unidos, Filipinas, Madagascar, Italia y España, además de México, su sede principal.
“La vocación pedagógica de la congregación se vive según la espiritualidad de La Salle, como seguidoras de Jesús, pero con esa peculiaridad femenina”, comenta. Cuando fue fundada, en 1946, el Padre Juanito apoyaba la labor de enfermería de los colegios de La Salle en México y no tenía ningún cargo directivo. Su llamado divino fue crear una sección femenina y pasó muchas dificultades, incluido el regreso a la Francia de la postguerra, lejos de sus primeras integrantes, remarca. Años después volvió con la salud resquebrajada, pero la obra siguió adelante, refiere y se fue expandiendo a más países la vocación guadalupana forjando ya 19 obras educativas.