La legaltech chilena Magnar desembarca en el mercado peruano con un asistente legal impulsado por inteligencia artificial (IA). Permite analizar grandes volúmenes de documentos legales en segundos, redactar contratos y escritos con precisión, y responder preguntas complejas basadas en jurisprudencia, doctrina y documentos del propio cliente. Automatiza el trabajo repetitivo del estudio jurídico, reduce errores humanos y libera tiempo. A continuación su co-fundador y CEO Andrés Arellano nos brinda detalles sobre la solución y sus planes en el mercado.
¿Cómo nace esta iniciativa y como la han ido expandiendo?
Nosotros sólo somos dos socios, los dos ingenieros. Vimos que los grandes modelos de lenguaje podían ser de gran utilidad para la industria legal. A nivel global es una de las industrias que más se va a ver impactada por el desarrollo de la inteligencia artificial (IA), luego de la del desarrollo de software, que está en primer lugar. La oportunidad es clara. Entonces empezamos, de oficio digamos, para ver si lográbamos cumplir con las expectativas de ser un asistente para la labor jurídica. Y bueno, estuvimos un año trabajando en eso, arrancamos en Chile y la adopción ha sido muy positiva.
¿Cuándo salieron al mercado?
Comenzamos en 2025 a inicios, piloteando a un par de clientes, y salimos al mercado al final del segundo trimestre. Llegamos después que otras opciones, pero hoy en día tenemos un liderazgo indiscutido en Chile, estamos con todos los grandes estudios líderes. Al Perú acabamos de llegar a mediados de noviembre.



¿Vinieron acompañando a algún estudio chileno?
Nosotros vamos a estar presentes en toda la región, pero escogimos al Perú como el segundo país luego de Chile por varias razones. Primero porque tenemos varias similitudes a nivel jurídico. Además, tiene avances de digitalización -toda la tramitación electrónica- que permiten habilitar el despliegue. Eso, por un lado. Luego porque efectivamente hay varias empresas chilenas que operan en Perú o empresas peruanas que operan en Chile y por lo tanto hay una colaboración económica interesante. Y tenemos como clientes algunos estudios globales que tienen operaciones en Chile, Perú y Colombia y se ven beneficiados de que estemos presentes en todas esas geografías.
¿Realizaron algún estudio de mercado para decidirse a lanzar su propuesta? ¿Sacarán soluciones para otros sectores?
Solo nos enfocaremos en el tema legal. Yo tengo varios años de experiencia en la tecnología legal. Durante cuatro años yo fui director de Gobierno Digital de Chile y estuve empapado con toda la burocracia estatal. Luego trabajé por cuatro años como CTO, encargado de tecnología, de una legaltech. Además, consideramos lo que te dije antes, que estos modelos de IA van a impactar mucho a la industria legal. El más afectado es el desarrollo de software, en segundo lugar está la industria legal, tres la financiera y cuarta quizá el desarrollo de contenido. Y hay diferencias regionales. En Perú, Chile, Canadá, en Colombia, donde sea, el software es el mismo. Pero en materia legal no, se necesitan actores regionales para atender nuestra propia idiosincrasia.
¿Y en qué consiste un poco la solución que ustedes han desarrollado?
Es un asistente legal basado en inteligencia artificial. Puede apoyar en prácticamente todas las labores que realizan los abogados: ya sea análisis de información, investigación legal, normativa jurídica, generación de escritos para transacciones, redacción de contratos, incluso muy especializados. Está entrenado con toda la legislación del Perú y tiene incorporado una creciente jurisprudencia del país.
«La gran diferencia es que toda la información pública y leyes a las que accede se van citando explícitamente, indica de donde lo saca y lo muestra para que se pueda verificar el documento original».
Lo que está digitalizado, me imagino…
Tiene todo un repertorio incorporado de leyes, sentencias de los jueces, etc. Pero no es que hace una búsqueda web, porque no encontraría todo lo que tenemos en la base de datos. Y si hay jurisprudencia más antigua, de repente de algunos casos más antiguos que pueden ser útiles para resolver problemas, los pueden ser incorporar: escanearlos y añadirlos.
¿Cómo funciona?, ¿es un multi-agente?, ¿con qué proveedor trabajan?
Tiene una arquitectura sofisticada de IA, es como un multi-agente en varias de sus funciones. Cuando hace investigación legal y hay una consulta, por ejemplo, por un tema de drones, va e investiga. Buscar regulación sobre el tema aeronáutico. Aprende. Y como ve que necesita entender algo sanitario, vuelve a investigar. Va aprendiendo. Son muchos, cientos de agentes trabajando juntos, en paralelo. Van aprendiendo. Y lo que tomaría semanas lo hacen en minutos. En cuanto a los modelos fundacionales somos agnósticos, unos son mejores para una cosa y otros para otro. Vemos que proveedor nos sirve para tal o cual función de forma óptima y lo usamos.
¿Cuál es el margen de error que manejan?
Los modelos fundacionales de IA tienen alucinaciones. Todos alucinan. Y van a seguir alucinando. Aunque van a ir mejorando, su objetivo es razonar, no decir la verdad. Entonces eso ha impactado y ha generado cientos, sino miles de casos a nivel mundial de abogados o empresas que han presentado demandas con referencias a fallos o leyes inventadas. Y han tenido sanciones y perdido clientes. Hay casos muy graves, como Deloitte que tuvo que devolver dinero al gobierno de Australia por alucinaciones.

En Estados Unidos también hay un sonado caso de la IA que se inventó la jurisprudencia…
Hay una persona en Estados Unidos que está llevando un registro, un índice de todos los casos. Creo que hace un mes llevaba como 530 casos. Solo en un país. Eso genera temor de usarla. Pero nosotros sabemos que la máquina tiene el riesgo de alucinar. La gran diferencia es que toda la información pública y leyes a las que accede se van citando explícitamente, indica de donde lo saca y lo muestra para que se pueda verificar el documento original. Yo puedo estar seguro de que la información es sólida, es la verdad. En algunas materias es más sensible que en otras, por eso es importante tener una herramienta especialista en un área que le genere confianza. Eso es lo que necesita el abogado para trabajar. Además, hay varias funciones que la máquina no va a reemplazar.
De cara a futuro, ¿cómo ves el mercado peruano en términos de hay competencia? ¿Hay otras opciones usando inteligencia artificial como ustedes?
Hemos visto que hay dos grandes competidores: los locales y los globales. No me gusta hablar mal del resto, pero he visto que los locales han tenido dificultades para posicionarse en el mercado, porque no cumplen con la especialización ofrecida. Y los globales, uno es grande en Estados Unidos, están en Latinoamérica con los estudios grandes. Tienen fuerte presencia. Pero no están hechos a la medida de la región.
¿Estos clientes locales son básicamente estudios de abogados o también hay algún cliente estatal?
Cubrimos distintos segmentos del mercado. Estudios y abogados independientes, que lo contratan de manera individual, no sus compañías. Y muchos de ellos son del sector público. Pero no hay una institución púbica que haya contratado específicamente.
«Para 2026 esperamos que Perú llegue a 50 mil abogados que usan la solución y la facturación crecerá en línea con eso».
¿Y quienes los contratan son abogados jóvenes y estudios boutique o también llegan a otros públicos?
Todos, de todo tipo. Es impresionante. Tenemos estudios grandes, tradicionales, de más de 100 años, usan IA en Chile. En el caso de Perú, hay alrededor de 2 000 abogados que lo utilizan. En Chile son más de 10mil. Ahí tenemos universidades que lo contratan para sus estudiantes, municipalidades. Y estudios nuevos, chicos. Y sin grandes inversiones en marketing en Chile. Todo ha sido el boca a boca.
Bueno, la oferta llega justo para atender una demanda naciente…
Exactamente. Todo el mundo sabe que tiene que hacer algo con esto. Y una vez que la empiezas a usar, el valor lo percibes muy rápido. El otro día un cliente me preguntó si podía subir todo un expediente porque eran 120 mil páginas. Prueba, le dijimos, y fue impresionante. Lo que hubiera sido meses de trabajo se hizo en un par de horas.
¿Han hecho un cálculo de cuánto tiempo ahorran las personas al utilizar su software? ¿Tienes esa comparación?
No es fácil medirlo. Nosotros les hacemos una encuesta preguntando cuánto tiempo lo usa y cuál es la productividad. El promedio, el resultado, es que lo usan los cinco días de la semana y les ahorra unas dos horas al día que representa un 30%. Se sienten más productivos utilizando la herramienta.



¿Cuáles son los planes que tienen para el resto de la región? ¿Cuándo van a ir a Colombia a Ecuador o Argentina?
Nosotros partimos de Chile y seguimos por Perú y luego el resto. La estrategia no es ir uno en uno, sino que estamos trabajando en investigación para habilitar ir a otros seis países, en paralelo, el próximo trimestre. Los crecimientos en facturación serán a tono con ello.
¿En marzo ya estarán en toda la región?
Definitivamente. Estamos pensando todo Latinoamérica y eventualmente Ibero América (España). Tenemos un equipo externo trabajando en seis países. Recopilando, luego digitalizando lo que no está, armando la base de datos, que está en la nube. Hacemos un análisis de todos esos documentos, para que puedan brindarla cuando sea necesario a los clientes. Es un proceso complejo.
¿Qué has conseguido este año y cuáles son tus metas para el 2026?
Al cabo de seis meses en Chile la facturación que tenemos es de más de US$600 mil. Esos son unos resultados muy auspiciosos. Para 2026 esperamos que Perú llegue a 50 mil abogados que usan la solución y la facturación crecerá en línea con eso. Además, hace dos meses cerramos una ronda de financiamiento de US$300 mil que fue para solventar la expansión. La operación está financiada con los ingresos que tenemos. El 2026 a mitad de año haremos una nueva ronda ya más grande. El plan es terminar el 2026 operando en esos otros seis países.


